Por Vanessa Tirado, Gerente de Creara Chile.
La monitorización es uno de los pilares de la gestión energética de una organización, apoyando la máxima de “lo que no se puede medir, no se puede mejorar”.
Por lo general, los consumos energéticos son complicados de gestionar y es necesario conocer qué se consume, cuándo, dónde y qué o quién consume para poder hacerlo. En este sentido, los sistemas de gestión de la energía requieren herramientas de monitorización para su buen funcionamiento, aunque otras metodologías analógicas o más rudimentarias podrían cumplir en ocasiones de manera puntual esta necesidad.
La monitorización de consumos energéticos, implica la instalación de equipos de medida en los procesos consumidores de energía de la empresa u organización. En este sentido, según el tipo de medición que se quiera realizar, puede implicar un alcance muy diferente: desde la telemedida a nivel general en el tablero eléctrico a la submedida “sistema a sistema” e incluso “máquina a máquina”. Por ello, es fundamental hacer un planteamiento inicial acerca de qué necesitamos antes de la toma de decisión sobre qué sistema implementar. Para ello, debemos definir claramente, al menos, tres variables:
•¿Qué se requiere medir?
•¿Cuáles son los recursos económicos de los que se dispone para realizar la implementación?
•¿Cuáles son los recursos humanos de los que se dispone para gestionar los datos de la instalación?
Cuando se está diseñando un sistema de monitorización de consumos, la primera pregunta que surge es qué medir. Para ello, lo primero es centrarse en identificar aquellos puntos en los que es interesante hacer un seguimiento, como pueden ser:
•Sistemas y equipos de mayor consumo energético, donde cualquier desviación puede conllevar un fuerte impacto económico.
•Sistemas y equipos donde la intervención del factor humano sea relevante en el consumo energético.
•Sistemas y equipos más propicios a que se desajusten o desvíen.
•Instalaciones multipunto donde los consumos se producen de manera dispersa.
El establecimiento de estos criterios básicos ayudará a conocer cuántos puntos de medición deberían implementarse en la organización. En general, existirán:
•Sistemas de medición en cabecera: su fortaleza es el bajo costo, pero su debilidad es que los datos que proporcionan son generales de la instalación, sin permitir determinar qué parte del consumo corresponde a cada equipo o sistema. Este tipo de sistemas suele ser muy interesante para organizaciones “multisite”, donde cada instalación no posee un gran consumo (una cadena de agencias de viajes, por ejemplo).
•Sistemas de medición con submedida: comprenderá, además de la medición en cabecera, la medición de los sistemas de alto consumo energético. Su fortaleza es que proporcionan datos disgregados, permitiendo incluso accionar mecanismos (depende de la tecnología utilizada). Su debilidad estriba en su mayor costo. Estos sistemas son más adecuados para organizaciones con mayores consumos, como grandes edificios o industrias.
La combinación de ambas arquitecturas será la que determinará la medida ideal.
Una vez que se ha definido lo que se quiere medir, hay que ajustarse a los recursos económicos disponibles. Generalmente, la tecnología de medición no es económica, e implantar un sistema muy complejo puede tener un costo elevado; aunque dependerá en gran medida de las utilidades o las tecnologías empleadas. También existen sistemas de bajo costo, donde la medición se hace de manera más somera y cuyos resultados pueden ser muy interesantes para los objetivos marcados.
De igual modo, se suele recomendar el realizar la instalación de los equipos de medición por etapas, de modo que se comience midiendo los consumos más relevantes y poco a poco ir ampliando el sistema.
Es clave conocer cuáles son los recursos humanos disponibles para analizar los consumos. Es habitual encontrar en organizaciones de diversa naturaleza sistemas de monitorización más o menos complejos que aportan mucha información de sus diferentes consumos energéticos. Sin embargo, si no existe un equipo humano calificado para programar y manejar el sistema, así como para interpretar los datos, no tendrán ninguna utilidad. Es un requisito, por tanto, evaluar desde el inicio para qué se emplearán los datos y si habrá un equipo que saque partido de los mismos.
Los sistemas de medición son la herramienta fundamental de un sistema de gestión de la energía, se encuentre o no normalizado bajo el estándar ISO 50001. Este tipo de metodologías de gestión de la energía especifican, sin lugar a dudas, la necesidad de llevar a cabo mediciones de los consumos energéticos de las instalaciones y la existencia de un sistema de monitorización que se adapte a las necesidades de la organización será muy provechoso, ya que permitirá la confección de manera más precisa de la línea base de consumo. También permitirá el seguimiento de los consumos y del impacto del ahorro energético generado tras la implementación de las medidas adoptadas (por ejemplo, de ahorro y eficiencia energética).
En esta línea, los sistemas de medición inteligentes proporcionan la base sobre la que tomar decisiones; permiten además, en combinación con una auditoría energética, conocer las áreas de consumo energético y, por tanto, sobre cuáles actuar en mayor o menor medida; identificar las ineficiencias asociadas a consumos indeseados; y por último, permiten conocer, gracias al seguimiento constante de los consumos, el impacto que las políticas de ahorro y eficiencia tienen en el balance energético de una organización. Todo ello es la base para la realización de una correcta gestión de la energía en la organización.